Intervenciones
Prótesis Total de Rodilla
Su rodilla presenta una deformidad o un desgaste (llamado gonartrosis) que requiere su reemplazo. En general, la rodilla se reemplaza en su totalidad, es decir, tanto la parte femoral como la tibial.

Hallux Rigidus
El hallux rigidus es el nombre dado a la artrosis primaria de la primera articulación metatarsofalángica, así como entre la cabeza del primer metatarsiano y sus sesamoideos.
Hallux Valgus
La deformidad más común es el HALLUX VALGUS (comúnmente llamado "juanete"). Afecta al primer radio del pie, donde las falanges están desviadas hacia afuera y el primer metatarsiano (el hueso largo del borde interno del pie) está desviado hacia adentro.
Cadera
El desgaste de la cadera suele ir acompañado de una reducción de la amplitud articular (rigidez) y, sobre todo, de dolor.
Rodilla
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Prótesis total de rodilla
En breve
La cirugía de rodilla consiste en reemplazar las partes desgastadas de la articulación con una prótesis para aliviar el dolor de la gonartrosis y restaurar la movilidad.
Causas
El desgaste del cartílago (artrosis) puede causar dolor, rigidez e hinchazón en la rodilla, dificultando la marcha y las actividades cotidianas.
Intervención
La operación se realiza bajo anestesia y la prótesis sustituye las superficies articulares del fémur y la tibia. El cirujano selecciona la prótesis adecuada en función del desgaste y la deformidad.
Recuperación
Tras la operación, podrá caminar con bastón desde el primer día. La recuperación completa tarda entre 3 y 6 meses, dependiendo de la actividad y la rehabilitación posterior.
Hallux Valgus
¿De qué se trata?
Su rodilla presenta una deformidad o un desgaste (denominado gonartrosis) que requiere una sustitución. En general, la rodilla se sustituye en su totalidad, es decir, tanto la parte femoral como la tibial. El principio de la operación consiste en cortar el cartílago desgastado que recubre los huesos femoral y tibial (y a veces el rotuliano) y sustituirlo por superficies sólidas, respetando la anatomía local. Existen prótesis unicompartimentales que sustituyen únicamente la mitad desgastada de la rodilla cuando la artrosis es limitada. Esta posibilidad se discutirá con usted, si su situación lo permite. Sin embargo, el tratamiento no cambiará desde su punto de vista, y este documento también le concierne.
La deformidad de la rodilla suele ir acompañada de una reducción de la amplitud de movimiento de la articulación (rigidez) y, sobre todo, de dolor y/o hinchazón (edema, derrame).
En los casos de lo que se conoce como desgaste infrarradiológico, es decir, un desgaste no visible o sólo ligeramente visible en las radiografías, la cirugía puede estar indicada tras el fracaso de diversos tratamientos médicos, como la prueba del tiempo, los analgésicos o las infiltraciones. A continuación, una resonancia magnética o una tomografía computarizada completarán la evaluación radiográfica.
El objetivo de la operación es, por tanto, detener los fenómenos de rigidez y deformación, e incluso restablecer el eje funcional de la rodilla. La reducción, o incluso la desaparición, del dolor suele ser el principal objetivo que motiva a los pacientes a someterse a una intervención quirúrgica.
Intervención
La operación se realiza en el hospital, en el quirófano, bajo anestesia general o anestesia raquídea, es decir, una inyección en la espalda que duerme sólo los miembros inferiores. La ventaja de la anestesia raquídea es que el paciente permanece consciente y, por tanto, se ve menos afectado por las consecuencias de una anestesia general, que a veces puede provocar náuseas, vómitos o una ralentización de las funciones superiores durante unas horas. El inconveniente de la anestesia raquídea es que el paciente tiene que participar pasivamente en la operación, lo que puede parecer ruidoso a algunos.
Usted permanece tumbado boca arriba con un torniquete en la raíz de la extremidad, que sólo se infla al final de la operación, durante unos diez minutos, durante la fase de cementación. Se practica una incisión anterior que permite acceder a la articulación de la rodilla. Utilizando herramientas para guiar las distintas fases de la operación, se resecan con una sierra las partes desgastadas del cartílago y el hueso, en línea con los ejes del muslo y la pierna y respetando los tejidos blandos, es decir, los vasos, nervios, ligamentos, músculos y tendones que rodean la articulación de la rodilla.
La prótesis se coloca con la ayuda de guías para optimizar su colocación, elegidas por el cirujano en función de la dificultad de la operación, la edad del desgaste o la amplitud de la deformidad. Las guías pueden ser guías de corte a medida que utilizan la planificación preoperatoria por resonancia magnética o un sistema de navegación utilizado intraoperatoriamente, o guías mecánicas más sencillas que utilizan el eje óseo del fémur y la tibia.
Una vez colocados los implantes de prueba, el cirujano decide el tamaño de los implantes definitivos, que varían según el sexo y la persona. Los implantes se insertan en el hueso con una precisión milimétrica. Están hechos de una aleación metálica (principalmente cromo y cobalto) y se fijan con cemento. La rótula, la tercera parte de la articulación de la rodilla, sólo se sustituye en casos excepcionales. Sin embargo, se eliminan los osteofitos (crecimientos óseos que se desarrollan con el desgaste) alrededor de la rótula.
Al final de la operación, se inyecta un anestésico en los tejidos sinovial y capsular para optimizar el alivio inmediato del dolor postoperatorio. La piel se cierra con grapas y se aplica un vendaje de presión durante 24 horas.
Hospitalización
Llegará a la clínica la víspera de la operación. El día de la operación, que suele ser por la mañana, podrá levantarse por primera vez por la tarde. La mayor parte del tiempo podrá caminar solo, con la ayuda de un par de bastones y acompañado por un cuidador.
El primer día, la analgesia general (a través de las venas) y la analgesia local (anestésico inyectado en la rodilla al final de la operación) le permiten pasar las primeras 24 horas casi totalmente indoloro. Después, el hematoma postoperatorio se instala progresivamente y la tensión en el miembro inferior operado contribuye al dolor, que siempre debe seguir siendo moderado. El control del dolor es uno de los criterios para el alta.
Al día siguiente de la operación, el fisioterapeuta y el personal de enfermería del servicio evaluarán su autonomía. Se utilizarán varios criterios para validar su regreso a casa. Los principales criterios son el control del dolor y de la hemorragia, la independencia para lavarse y vestirse y la capacidad para utilizar las escaleras. Puede ser dado de alta el primer día del postoperatorio, pero por término medio en 48 horas. Tiene la opción de quedarse más tiempo si no se siente preparado para irse a casa. La duración de su estancia en el hospital se discute caso por caso entre usted y su cirujano, pero se ha demostrado que cuanto más corta sea su estancia, menor será el riesgo de que desarrolle una complicación.
A lo largo de su estancia en el hospital, seguirá un protocolo denominado Recuperación Rápida, elaborado en el servicio con el objetivo de ayudarle a recuperar su autonomía. Esta recuperación se basa en la motivación, que comienza en la fase preoperatoria y conduce a una recuperación voluntaria y sin complicaciones. La bipedestación postoperatoria inmediata reduce las complicaciones asociadas al reposo en cama, como los trastornos digestivos, urinarios, del apetito y del sueño, así como el riesgo de flebitis. Se ha demostrado que una reincorporación rápida a la vida cotidiana conlleva una reducción estadísticamente demostrada de las complicaciones médicas, en particular las relacionadas con la flebitis y, por tanto, con la aparición de una embolia pulmonar, que es la complicación más temida después de cualquier intervención quirúrgica en los miembros inferiores.
La vuelta a casa es esencial para reducir la tasa de complicaciones. Se ha demostrado que cuanto mayor es el paciente, antes puede volver a casa. La hospitalización postoperatoria como cura se está convirtiendo en la excepción y no en la regla, y sólo debe proponerse en situaciones en las que la autonomía del paciente ya era muy limitada antes de la operación, en una persona que vive sola, con poco apoyo y con graves defectos o enfermedades asociadas.
Tras la hospitalización
Cuando vuelva a casa, se le enseñará a cambiar el apósito usted mismo. Este apósito es impermeable y le permite lavarse sin protección adicional. Las grapas se retiran por término medio en la 3ª semana postoperatoria por una enfermera a domicilio o su médico de cabecera. Los hematomas postoperatorios se hacen permanentes hacia el 8º día postoperatorio. A veces pueden ser impresionantes, haciendo que los tejidos de la piel estén muy tensos y, en casos extremos, provocando la aparición de flictenas (grandes ampollas) en la piel. Este hematoma no debe preocuparle; es normal y necesario para la cicatrización. Mientras no vaya acompañado de un dolor insoportable, a pesar de los analgésicos, o de una parálisis de la extremidad, la rehabilitación y la marcha deben continuar. Si no es así, debe ponerse en contacto con su cirujano o médico de cabecera para comentar sus preocupaciones.
Tendrá derecho a una ayuda completa de inmediato. Podrá utilizar bastones si lo solicita, pero se le anima a que se desprenda de ellos rápidamente. Debería poder realizar las tareas cotidianas en cuanto vuelva a casa. Es posible salir de casa en los primeros días.
Es aconsejable no conducir mientras las grapas estén colocadas. Recuerde que se suele volver a conducir un mes después de la operación.
Los tratamientos médicos deben tomarse según lo prescrito en las recetas de alta. El primer control postoperatorio tiene lugar entre el segundo y el tercer mes, pero se adaptará en función de cada caso.
La vuelta a las actividades de ocio es posible entre el 2º y el 3º mes, y a las actividades deportivas después del 3º mes, aunque esta vuelta debe ser gradual y no se alcanza inmediatamente el nivel preoperatorio.
La reincorporación al trabajo dura entre 1 y 4 meses, dependiendo de si el trabajo es sedentario y requiere pocos desplazamientos en coche, o implica un trabajo físico intenso y de pie.
Tendencia a largo plazo
En situaciones ideales, una prótesis total de rodilla permite utilizar la rodilla sin tener que volver a intervenirla.
La prótesis puede durar tanto como el paciente, si la rodilla se utiliza con sensatez. Se trata de piezas de desgaste, como en ingeniería mecánica. Por ello, el exceso de peso, el transporte de cargas pesadas y la actividad deportiva intensa pueden reducir la vida útil del implante. En general, se acepta que la vida media es de 15 años. Sin embargo, esta media aumenta si no se producen las complicaciones antes mencionadas.
Un estilo de vida saludable es esencial para la longevidad de los implantes.
Su cirujano le hará un seguimiento radioclínico, al principio anualmente y después con más frecuencia. Fuera de estos periodos programados, debe consultar a su médico si nota algún cambio en las sensaciones o el funcionamiento de la rodilla.
La lectura de este documento demuestra su compromiso con su recuperación. Su cirujano le da las gracias y le desea una pronta recuperación.
Posibles complicaciones
Infección
Flebitis
La fractura
Rigidez
Algodistrofia
Alergia
Por último, cualquier procedimiento anestésico puede provocar teóricamente una reacción alérgica masiva denominada shock anafiláctico, con parada cardiorrespiratoria y muerte. Sin embargo, los anestesistas le vigilarán continuamente durante e incluso después de la intervención, por lo que este riesgo mortal sigue siendo puramente teórico y se ha convertido en algo extremadamente raro.
La alergia a los metales puede provocar el aflojamiento de la prótesis. Esta complicación es difícil de prever e incluso de detectar, pero si tiene alguna alergia conocida, debe notificarla.
Incidentes
La evolución postoperatoria puede estar marcada por trastornos que no se clasifican como complicaciones, sino como incidentes postoperatorios. Entre ellas se encuentran el edema de la extremidad inferior operada, que puede durar hasta un año, y el derrame articular (líquido en la rodilla), que puede durar varios años como consecuencia de reacciones inflamatorias locales.
También pueden persistir dolores residuales. Es importante saber que sólo el 20 % de los pacientes operados de prótesis total de rodilla tendrán finalmente una rodilla "olvidada". Esto significa que puede seguir existiendo un dolor de fondo, que siempre será menor que en el preoperatorio, aunque no haya habido ningún defecto ni complicación. Este dolor se evalúa con el cirujano y se trata en función de su intensidad, lo que puede llevar, en casos extremos, a una reintervención si se encuentran anomalías que puedan explicarlo.
A más corto plazo, los incidentes cicatriciales con retraso en la cicatrización, o incluso la desunión de la cicatriz, pueden entorpecer la recuperación, aunque en ausencia de un síndrome infeccioso, al final siempre se consigue la cicatrización.
Sin embargo, estas complicaciones no deben asustarle. Existen y debe conocerlas, pero son poco frecuentes y su cirujano estará encantado de hablar de ellas con usted, tranquilizarle y apoyarle si se producen.
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